sábado, 5 de octubre de 2013

Philip Roth. Zuckerman encadenado (I)

 


         -Cojo frases y les doy vueltas. Eso es mi vida. Escribo una frase y le doy una vuelta. Luego la miro y le doy otra vuelta. Luego como algo. Luego vuelvo y escribo otra frase. Luego tomo el té y le doy una vuelta a la nueva frase. Luego vuelvo a leer ambas frases y sigo dándoles vueltas. Luego me echo en el sofá y pienso un poco. Luego me levanto, lo tiro todo a la papelera y empiezo desde el principio. Y si me desentiendo de esa rutina durante más de veinticuatro horas, me pongo frenético de aburrimiento por la sensación de estar desperdiciando el tiempo. Los domingos desayuno tarde y leo los periódicos con Hope. Luego salimos al monte, a dar un paseo, y no se me quita de la cabeza la sensación de estar perdiendo un tiempo precioso. Los domingos, cuando me despierto, la perspectiva de no poder utilizar las próximas horas me sitúa al borde de la locura. Me entra una desazón tremenda, me pongo de mal humor, pero también Hope es humana, comprende usted, y me avengo. Para evitar problemas, me obliga a dejar el reloj en casa. Y me paso el rato mirándome la muñeca -y ahí se acabó todo, si no se ha acabado antes por culpa del humor de perros que llevo. Ella arroja la toalla y nos volvemos a casa. Y, una vez en casa ¿en qué se distingue un domingo de un jueves? Tomo asiento frente a mi pequeña Olivetti y me pongo a mirar las frases y a darles vueltas. Y me pregunto ¿cómo es que para mí no hay ningún otro modo de ocupar las horas? [...]


       No se me ocurría qué decir. La existencia que acababa de describir me sonaba a paraíso; que no se le ocurriera nada mejor en que ocupar su tiempo que dar vueltas a las frases se me antojaba una bendición, y no sólo para él, sino para la literatura en general [...]

     -Ni se me pasaría por la cabeza seguir escribiendo después del té, si se me ocurriera algo a que poder dedicar el resto de la tarde"[...]
La visita al maestro


2 comentarios:

  1. Una de mis novelas favoritas... Esa misma idea vuelve a aparecer en otros sitios de Roth. La escritura como condena. No debería serlo; pero de otra manera no sale nada, o muy poco.

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  2. Pues sí, el coste es elevado. Pero como disfrulectora no dejo de pensar “¡qué deliciosa condena!,¡bien hecho Roth fuiste a por todas y lo conseguiste!”.
    Esta semana les explicaba a los alumnos el signo y la compleja relación entre significante y significado. Les decía que un signo es tan misterioso como una persona, de primeras sólo vemos su cuerpo, aprendemos su nombre, su significante, pero después lo vamos enriqueciendo de acciones, valores, de ideas, lo dotamos de significado y es entonces cuando todo cambia. Y mientras jugábamos a reinventarnos me di cuenta de que Roth con la escritura se vuelve del revés, primero ves las entrañas y luego alcanzas a ver la piel, leerlo es leer un mapa de significados y sólo cuando cierro el libro descubro que hay un significante, con el arte de la palabra ha conseguido ir más allá, Roth es todos sus personajes y todos sus personajes son él. Pondré otra cita muy reveladora, aunque si pudiera, en vez de poner citas copiaría el libro entero!!! Creo que no hace falta decir que ya lo tengo en el altarillo de los beloved (con conocimiento de causa después de la lectura de Visita al maestro, je, je) y que he empezado Zuckerman desencadenado.

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