Constata que es poco frecuente que una persona se vuelva loca, si bien la mayor parte del tiempo no falta mucho para que esto llegue a suceder. Basta con un trastrueque insignificante para que nada vuelva a ser lo que era. En sus reflexiones, Casanova compara un entendimiento claro con un cristal que no se rompe hasta que no lo haya roto alguien. Pero con qué facilidad es destruido. Simplemente con un movimiento equivocado. Por ello toma la decisión de reponerse y de aprender a discernir su situación en la medida de lo posible.
W.G. Sebald, Vértigo, Barcelona.
Ed. Anagrama, 2010, págs 55-56.
Trad. Carmen Gómez García
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